En las siguientes profecías mesiánicas observaremos que Cristo es el mismo Dios del Antiguo Testamento. Fragmento del libro "unicidad". © Copyright, Samuel Benedetti.
Dios anuncia una señal la cual permitiría conocer cuando él vendría a su pueblo. LA PROFECÍA (Is 7.14) dice: “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.” EL CUMPLIMIENTO (Mt 1.21-23) de la profecía: “Y dará a luz un hijo (María), y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros.”
El Señor Jesús es Dios con nosotros, el Dios del antiguo testamento venía a su pueblo.
Delante de Dios iría un mensajero. LA PROFECÍA (Is 40.3-5) dice: “Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios. Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane. Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá; porque la boca de Jehová ha hablado.” EL CUMPLIMIENTO (Jn1.21-22) de la profecía: “Le dijeron (a Juan el Bautista): ¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo? Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.
Juan el Bautista fue esa persona de quien la profecía dijo “preparad camino a Jehová”… y ¿a quién preparó camino?, la respuesta es a Jesús, a Emanuel, a Dios con nosotros.
Dios mismo vendría, y entonces los ojos de los ciegos serían abiertos… LA PROFECÍA (Is 35.4ss): “Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá, y os salvará. Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán. Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo; porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad…” EL CUMPLIMIENTO (Mt 11.2-6): “Y al oír Juan, en la cárcel, los hechos de Cristo, le envió dos de sus discípulos, para preguntarle: ¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro? Respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí.”
En Cristo se cumple la profecía que anunciaba el día cuando Dios mismo vendría; “…y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí” dice el Señor. Han tropezado en Cristo quienes no le han recibido como el Dios salvador que anunció que él mismo vendría (algunos creen y anuncian que vino otro).
La gloria de Jehová manifestada; su rostro y poder. Notemos que en la profecía (antes mencionada en Is 40.3-5), se anuncia que la gloria de Jehová se manifestaría y que toda carne la vería. Cabe preguntarnos: en este caso ¿en qué consistía ver la gloria de Jehová? Ver la gloria de Jehová era ver su rostro. En un suceso en la antigüedad, hubo un hombre interesado en ver a Dios y sus palabras fueron las siguientes. Moisés le dice a Jehová (Ex 33.18): “…Te ruego que me muestres tu gloria.” Y la respuesta de Dios, acorde con la pregunta de Moisés fue la siguiente: “Y le respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente. Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá.” Por el contexto podemos conocer que Moisés pudo ver las espaladas de Jehová; pero no sería así cuando Jehová viniere a su pueblo sino que en este día, como leímos en la profecía, su gloria o su rostro se manifestaría, y toda carne la vería.
En Cristo se pudo ver a Jehová.
Ver la gloria de Jehová también era ver su poder manifestado. Preguntémonos, ¿sería que en Cristo fue vista la gloria de Jehová? La profecía (Is 35.1sa) dice: “Se alegrarán el desierto y la soledad; el yermo se gozará y florecerá como la rosa….la gloria del Líbano le será dada, la hermosura del Carmelo y de Sarón. Ellos verán la gloria de Jehová, la hermosura del Dios nuestro.” En unos versículos más adelante leemos: “Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán. Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo; porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad…”
En Cristo se cumple esta profecía en que ellos (el pueblo) vieron el poder o la gloria de Jehová. En Cristo la gloria de Jehová fue vista.
Otras profecías con cumplimiento en Cristo:
Jehová es el salvador. Isaías (33.22): “Porque Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará.” En Is (45.22): “Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más.” En Oseas (13.4) “Mas yo soy Jehová tu Dios desde la tierra de Egipto; no conocerás, pues, otro dios fuera de mí, ni otro salvador sino a mí.”
Podemos comprender que si sólo hay un salvador y Jesús es salvador, entonces el Señor Jesús es Jehová en su obra salvadora.
Quien habló en la antigüedad anuncia que él estaría presente. Isaías (52.6):“Por tanto, mi pueblo sabrá mi nombre por esta causa en aquel día; porque yo mismo que hablo, he aquí estaré presente.
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