Reflexiones basadas en el libro "Apocalipsis" de Samuel Benedetti
La gran tribulación se ha definido y aceptado como un periodo de castigos de Dios contra la tierra, siendo asociado el concepto a una variedad de sinónimos, entre ellos: ira, juicio, destrucción, y otras ideas más, extraídas de los versículos que hablan sobre el día del Señor. El planteamiento es más o menos el siguiente: Cuando el Señor Jesús levante la iglesia al cielo, comienza a partir de allí un periodo de siete años de castigos sobre la tierra. Son, han dicho esos interpretes bíblicos, el tiempo de angustia de Jacob (la nación de Israel).
El tema, ocupa un lugar privilegiado en la lista de asuntos acerca del fin del mundo; por tanto, el motivo de debate para los estudiosos bíblicos no es en relación a si la gran tribulación va a suceder o no; el debate es sobre si la iglesia pasaría o no por un periodo de gran tribulación. Para algunos el recogimiento es antes de ese tiempo, para otros es a la mitad, y un pequeño número es partidario del traslado después de esa tribulación.
Para nosotros en este estudio, para ir paso a paso, consideramos que la mezcla del concepto “gran tribulación” con otros asuntos, tal como si se tratase de un mismo suceso bíblico, es un principio erróneo sobre el cual se hace interpretación. Hay unas claras diferencias entre las situaciones definidas para “la gran tribulación” y las que encierra, por ejemplo, el tiempo de la ira de Dios prevista para el tiempo del fin. El primer concepto: la gran tribulación, identifica bíblicamente una situación de la que sale la iglesia, y aparte de ese escenario, hay otro en donde se desarrolla un periodo de ira y calamidad para Israel. El segundo concepto: la ira de Dios, comprende el periodo de ira, castigo, juicio, etc., manifestado para el tiempo del fin, del cual la iglesia e Israel serán guardados.
El evento “la gran tribulación”, será estudiado a continuación en los pasajes bíblicos en donde el término aparezca literalmente, y en especial donde la Escritura mencione a sus protagonistas. Respecto a los protagonistas o afectados directos, ciertamente reviste importancia saber identificar qué pasajes de la Biblia están referidos a la iglesia y cuáles están referidos a la nación de Israel, porque de lo contrario atribuiremos a la iglesia aquello que pertenece a Israel o viceversa. Es importante establecer unos buenos límites entre esos versículos, pero de igual importancia es saber diferenciar los distintos escenarios: espiritual y natural, por cuanto la expresión “gran tribulación”, adquiere un significado cuando se refiere a la iglesia, y uno diferente cuando lo hace para Israel. Esta singularidad también es observada en otros términos; la palabra “mundo”, por ejemplo, adquiere un significado cuando está indicado para la iglesia y uno diferente cuando está señalando a Israel. Para la iglesia, en contraposición a sus prácticas, el concepto encierra la vanidad, el pecado, las personas no creyentes en Cristo, etc.; y para Israel, la misma expresión puede referirse a las naciones, los gobiernos, la tierra, el mar, la población, etc. Iniciamos las reflexiones a partir de esta diferencia: el concepto “gran tribulación” abarca unas circunstancias para Israel, que son distintas de las circunstancias de la iglesia.
LA IGLESIA Y LA GRAN TRIBULACIÓN
Sobre “la multitud vestida de ropas blancas”, leemos:
“Entonces uno de los ancianos habló diciéndome: estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido? Yo le dije: Señor tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.” (Ap 7.13-17)
Los versículos transcritos anteriormente son utilizados por algunos comentaristas bíblicos para argumentar acerca de un periodo de gran tribulación que caería sobre la tierra. Estos comentaristas sostienen, que la tierra en cercanías al fin, por espacio de siete años, sufrirá un periodo de gran tribulación, y la iglesia, la multitud de vestiduras bancas del versículo, sale o es guardada de esa “gran tribulación”.
Nuestra interpretación difiere de esa posición. Ya en algunos párrafos anteriores mencionamos sobre las claras diferencias que hay entre los conceptos “la ira de Dios” y “la gran tribulación”. De la ira de Dios manifestada para el tiempo del fin hemos dicho que tanto los miembros de la iglesia como los de Israel serán guardados.
Con respecto a “la gran tribulación”, hemos expresado que ese concepto adquiere un significado para Israel y otro significado para la iglesia. Son dos escenarios diferentes: natural y espiritual, justamente, porque se trata de dos entes distintos, el uno: Israel, hace parte del entorno natural de las naciones; y el otro: la iglesia, hace parte de un entorno espiritual. Un ejemplo, de este entorno espiritual es que estas personas, ahora miembros de la iglesia, nacen de nuevo de agua y del Espíritu.
Teniendo en cuenta el escenario espiritual de la iglesia, iniciemos las reflexiones sobre el pasaje de Apocalipsis transcrito anteriormente.
Dice en un primer fragmento: “Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.” Preguntémonos: ¿Cuándo la persona lava sus ropas y las emblanquece en la sangre del Cordero?, ¿será que esto sucede después de muerto? La respuesta la conocemos, esta es una decisión que se hace en vida y sucede cuando la persona se arrepiente y se bautiza para el perdón de los pecados. De ahí que, interpretando literalmente el pasaje, la persona en vida, sale de gran tribulación, se arrepiente y bautiza, y viene a formar parte del grupo de personas de vestiduras blancas que es la iglesia del Señor. Dice además Apocalipsis: “por eso es están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche”. Preguntémonos nuevamente, ¿será que los muertos sirven día y noche, será que en el cielo hay día y noche? La respuesta para esta otra pregunta es semejante a la respuesta del cuestionamiento anterior, una persona con vida es quien puede tomar decisiones que en este caso es servir al Señor. Estas son condiciones terrenales que deben cumplirse en medio de los vivos.[7] Leemos seguidamente en Apocalipsis: “…y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.” ¿Cuándo suceden estas descripciones del pasaje? Esto sucederá al final, en el cielo nuevo, la tierra nueva y la nueva Jerusalén. Leemos en Apocalipsis (21.3-4), en sus capítulos finales: “He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron…” Y en el capítulo 22 (v.2-5), se complementan los aspectos de la consolación final para el pueblo del Señor.
En conclusión, estas personas vestidas de ropas blancas, a las que se refiere el capítulo 7 de Apocalipsis, son la iglesia del Señor. Ellas antes estuvieron en la gran tribulación: en el mundo, pero ahora habiendo salido de allí, han pasado a consolación, han lavado sus ropas en la sangre del Cordero, han venido a estar delante del trono de Dios[8]. Y en un futuro recibirán la completa consolación de parte del Señor.
Para nosotros en este estudio, la expresión “la gran tribulación” o “la aflicción la grande” (original griego), señala un acontecimiento que es contrario a la actual ubicación de la iglesia delante del trono de Dios sirviéndole día y noche, y que es contrario, igualmente, al recogimiento futuro de la iglesia, desde cuando los creyentes recibirán la completa consolación de parte del Señor. Es decir, que para la iglesia, dentro de su marco espiritual, su “gran tribulación” está asociada al concepto “el mundo”, lo cual encierra aquello que es opuesto a su gozo[9] y a su propósito. El mundo está en gran tribulación aunque en él haya alegrías, posesiones, placeres, etc., porque desde la perspectiva verdadera de la Palabra de Dios, todo eso carece de valor trascendente ante la gran aflicción del alma.
Pero de la “gran tribulación”, como ya habíamos mencionado, algunos comentaristas bíblicos opinan que esta ocurrirá en un periodo cercano al fin; siendo acuñado el término en alusión a los juicios e ira de Dios. De ahí que, aunque la expresión no sea nombrada en el texto sagrado, haya versículos concernientes al día de la ira de Dios que le son asociados como si se tratase del mismo suceso bíblico. Por ejemplo, en 1 Tesalonicenses (1.10) dice: “y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera.” Y en la misma carta (5.9), leemos: “Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación…”
Los anteriores versículos de Tesalonicenses son vinculados a un periodo denominado de gran tribulación.
Ciertamente estos textos de Tesalonicenses nos hablan de la ira de Dios y la señalan para un tiempo determinado, pero no podemos asegurar lo mismo para “la gran tribulación”; porque cuando en el libro de Apocalipsis se hace mención de ella no se le limita a un tiempo; por tanto, si “la multitud vestida de ropas blancas” corresponde a los salvados de todas las épocas de la humanidad, la gran tribulación de en medio de la cual salen ellos, también ha estado presente en todas esas épocas.
De acuerdo a nuestra interpretación, la ira de Dios que debe ocurrir en un periodo cercano al fin, se hará evidente con las 7 copas de su ira, cuyo relato leemos en Apocalipsis capítulo 16. La iglesia no pasará por ese periodo, e Israel, creemos, será guardada en su tierra. “Las siete copas” son entendidas como un elemento de consumación, como un final o terminación de algo que ha comenzado a manifestarse con la apertura de los sellos y el sonar de las trompetas. La iglesia ha estado presente durante este tiempo, que el Señor en su discurso llama: “principio de dolores”.[10]
En la siguiente gráfica se ilustra un poco lo dicho respecto a la iglesia y lo que consideramos significa salir de la gran tribulación, para los que han emblanquecido sus ropas en la sangre del Cordero. Tengamos en cuenta que ese entorno, conocido como “el mundo”, de donde la iglesia sale, podemos percibirlo cuando observamos las cosas desde la perspectiva espiritual. Y según esa esfera espiritual, en el mundo hay gran tribulación.
Los eventos de destrucción y la Iglesia
Tenemos entonces que para la temática “la gran tribulación”: la iglesia sale de un mundo (personas en vanidad, pecado, etc.) que está en gran tribulación o en “la aflicción la grande” (original griego). Pero al mismo tiempo, la iglesia permanece en medio de un mundo (habitantes de la tierra) que sufre dolores como los de la mujer cuando está de parto.
La iglesia, entendemos, está en medio de las señales anunciadas por el Señor Jesucristo, y está en medio de los eventos apocalípticos. Los escogidos que vivieron en la época de la segunda guerra mundial, por ejemplo, ocurrida entre los años 1939 y 1945, estaban en medio de un acontecimiento anunciado ya previamente por el Señor en su mensaje escrito en Mateo, Marcos y Lucas; y estaban asimismo en medio de un incidente apocalíptico. Estas guerras son, de acuerdo al mensaje del Señor, señales del fin; pero de un fin que no ocurriría inmediatamente.
Las guerras son sólo un ejemplo de los eventos apocalípticos; de hecho, muchos creyentes también han sido afectados por la escasez de alimentos en los mercados, por la mala calidad de los mismos, por los fenómenos naturales, las enfermedades, etc. Algunos han sido perjudicados de forma directa y otros indirectamente a través de sus familiares. A diario percibimos muerte y destrucción, sin distingos en medio de todos los habitantes de la tierra. Pero,
¿Cae sobre el justo la muerte y la destrucción?
En el contexto de un reino venido de los cielos, los eventos de destrucción terrenal no dañan lo celestial, ni a sus participantes ni a sus posesiones eternas. En otras palabras, desde la perspectiva espiritual los justos no son afectados por los eventos de destrucción terrenal. Con relación a este tema, el Señor Jesús en una ocasión hablando con sus discípulos les dijo: "Mas seréis entregados aun por vuestros padres, y hermanos, y parientes, y amigos; y matarán a algunos de vosotros; y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá…” ¿Cómo así?, ¿Cómo es esto de que los guardadores del nombre de Cristo, serían echados en la cárcel e incluso muertos, pero ni uno de sus cabellos perecería? Porque de vista natural puede alguno ser afectado, pero más allá de lo que los ojos pueden ver, el más ínfimo cabello del justo tiene vida eterna; y cuando el Señor se manifieste, los justos serán manifestados con él, en la gloria, la majestad y en el reino. Pero nos surge una nueva pregunta, ¿por qué las muertes y las destrucciones terrenales afectan a los escogidos? Porque aunque en el marco de un reino celestial ellos no sufren daño, no debemos olvidar que antes de la salvación provista por Dios, se había activado un detonante de destrucción. Desde el principio, en el huerto, la entrada del pecado al mundo desencadenó la muerte y la destrucción para todos (inclusive para los que hoy son la iglesia). Esto no ha cambiado.
La entrada del pecado al mundo trajo la muerte y la destrucción de la tierra para todos; no obstante, Apocalipsis, en su apreciación trascendental, nos deja entrever que más allá de las muertes y de la destrucción hay salvación para unos: los anotados en el libro del Cordero, y hay otros dejados en condenación; que aunque actualmente los unos: los participantes del reino celestial, mueren (como todo mortal) sin ser evidente su salvación; y los otros también mueren sin ser evidente su condenación, ya desde antes, y sin ser manifiesto un día de castigo, los unos son salvados del día de la ira,[11] y los otros han muerto en condenación, castigo o ira. Se debe destacar que los salvados permanecen en la tierra, porque con su predicación salvan también a otros.
ISRAEL Y LA GRAN TRIBULACIÓN
En Mateo (24.15-21) leemos: “…entonces los que estén en Judea, huyan a los montes…y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa. Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo; porque habrá entonces gran tribulación…”
Esta gran tribulación que menciona Mateo, o “tribulación” según los versículos de Marcos,[12] son expresiones generalmente relacionadas con un periodo, único y sin precedentes que vendría sobre la tierra en el tiempo cercano al fin. En esos años de destrucción, aseguran, tendría lugar la “angustia de Jacob”, [13] en preparación de la nación de Israel para recibir al Señor. Eso aseguran algunos teólogos. Pero una mayor explicación acerca de cuál tiempo y qué circunstancias específicas señalan estos versículos de Mateo, se consigue leyendo el mensaje paralelo de Lucas (21.20-24): “Pero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado... Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que en medio de ella, váyanse…porque estos son días de retribución…Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! Porque habrá gran calamidad en la tierra, e ira sobre este pueblo. Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones…”
Comprendemos que “la gran tribulación” de la que nos habla Mateo y la “tribulación” mencionada por Marcos, es la misma “gran calamidad” descrita en Lucas; la cual está en correspondencia a la huida del pueblo de Israel entre las naciones del mundo a partir de la toma y destrucción de Jerusalén por los romanos en el año 70 d.C.; allí comenzaron los días de gran tribulación, calamidad e ira sobre ellos, hasta el restablecimiento en su tierra ocurrido a mediados del siglo XX.
Actualmente los israelitas tienen una posición de distinción entre las naciones del mundo y tienen un control administrativo sobre Jerusalén, la ciudad santa; y de esto que hasta ahora han conseguido no serán nuevamente despojados. Jerusalén, no será nuevamente destruida, ni sus habitantes huirán originando una nueva dispersión y cautividad entre las naciones, porque si bien antes hubo para ellos destrucción debido al abandono momentáneo de Dios, ahora ya es el tiempo de su restauración,[14] es el tiempo de la consolación en su tierra.[15]
Los días de la angustia de Jacob[16] pasaron, y sucedieron en la época de los dolores de parto anteriores al nacimiento de la nación en un día.[17] El nacimiento de los nuevos hijos se hizo oficial con la formación del estado israelí el 14 de mayo de 1948, tres años después de que salieran del holocausto en la segunda guerra mundial. Después de las masacres de la guerra, o más bien, después de la destrucción de la ciudad de Jerusalén, de la cautividad entre las naciones del mundo, y de la muerte y dolor que trajo el holocausto (no hubo otro antes ni lo habrá), el pueblo viviente son los nuevos hijos, los nacidos de nuevo, el resto del pueblo que no será cortado de la ciudad.
En la siguiente imagen se ilustra "la gran tribulación" para Israel. La fecha "gran tribulación" comienza antes del año 70, porque el sitio de la ciudad comenzó a principios del 66.
En la siguiente imagen se ilustra "la gran tribulación" para Israel. La fecha "gran tribulación" comienza antes del año 70, porque el sitio de la ciudad comenzó a principios del 66.
Con relación al periodo de ira o las copas de ira que a futuro caerá sobre la tierra, entendemos que en ese tiempo Israel será guardada en su territorio. Es decir que, a semejanza de lo acontecido en Egipto, mientras en el territorio de los egipcios había oscuridad, en el territorio en donde habitaban los israelitas había luz; mientras en Egipto había plaga de muerte, en Israel había llegado el día de "redención".
El otro asunto necesario de mencionar es el tiempo de “angustia” en Israel, señalado hacia el tiempo del fin, y en el que Jerusalén otra vez estará rodeada de enemigos. Entendemos que en esta nueva ocasión (a diferencia de la primera vez que fue sitiada y destruida la ciudad) existirá el atenuante de un conocimiento y un clamor a Dios. Sobre ese tiempo de angustia cercano al fin, reflexionamos, no será como día de luto, sino que será semejante al “día de la expiación” (Yom Kipur), celebrado por los judíos en la cercanía del año nuevo, y en cercanías también a un nuevo tiempo (se amplía en un capítulo posterior).
El otro asunto necesario de mencionar es el tiempo de “angustia” en Israel, señalado hacia el tiempo del fin, y en el que Jerusalén otra vez estará rodeada de enemigos. Entendemos que en esta nueva ocasión (a diferencia de la primera vez que fue sitiada y destruida la ciudad) existirá el atenuante de un conocimiento y un clamor a Dios. Sobre ese tiempo de angustia cercano al fin, reflexionamos, no será como día de luto, sino que será semejante al “día de la expiación” (Yom Kipur), celebrado por los judíos en la cercanía del año nuevo, y en cercanías también a un nuevo tiempo (se amplía en un capítulo posterior).
1 Ap
(7.9): “…y he aquí una multitud, la cual nadie podía contar, de todas
naciones...”
2 Ez
(37.19, 21-22): “…He aquí yo tomo el palo de José que está en la mano de
Efraín, y a las tribus de Israel sus compañeros, y los pondré con el palo de
Judá, y los haré un solo palo, y serán uno en mi mano…yo tomo a los hijos de
Israel de entre las naciones a las cuales fueron...y los traeré a su tierra; y
los haré una nación en la tierra…”
3 1 Ts (4.17):
“…seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Lord en
el aire…”
4 Ro
(11.25-26): “…hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo
Israel será salvo…”
5 Ro (1.16):
“…no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo
aquel que cree; al Judío primeramente, y también al griego.”; Gá (3.28): “Ya no
hay Judío ni griego;…porque todos vosotros sois uno…”
6 Is
(26.20-21): “Anda pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tras ti tus
puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la
indignación. Porque he aquí Jehová sale de su lugar para castigar al morador de
la tierra por su maldad contra él; y la tierra descubrirá la sangre derramada
sobre ella, y no encubrirá ya más a sus muertos”
7 Sal (88.10-12):
“¿Manifestarás tus maravillas a los muertos? ¿Se levantarán los muertos para
alabarte? ¿Será contada en el sepulcro tu misericordia, o tu verdad en el
Abadón? ¿Serán reconocidas en las tinieblas tus maravillas, y tu justicia en la
tierra del olvido? Más yo a ti he clamado...y de mañana mi oración se
presentará delante de ti…”
8 He
(12.22): “…sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios
vivo…a Dios el Juez…”
9 1 Ts (1.6): “y vosotros vinisteis a ser
imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran
tribulación, con gozo del Espíritu Santo”.
10 Mt (24.7-9): “…y habrá
pestes y hambres y terremotos…Y todo esto será principio de dolores. Entonces
os entregarán a tribulación…”
11 Jn (5.24): “...El que oye
mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a
condenación, mas ha pasado de muerte a vida.”; Jn (3.18): “El que en él cree,
no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado…”
12 Mr
(13.14-19): “…los que estén en Judea huyan a los montes…Mas ¡ay de las que
estén encintas…porque aquellos días serán de tribulación…”
13 Jer (30.7): “¡Ah cuán grande es aquel
día…tiempo de angustia para Jacob; pero de ella será librado…”
14 Is
54.7: “Por un breve momento te abandoné, pero te recogeré con grandes
misericordias.”; Ez (39.23, 25): “…y sabrán las naciones que la casa de Israel
fue llevada cautiva por su pecado…y yo escondí de ellos mi rostro, y los
entregué en manos de sus enemigos…ahora volveré la cautividad de Jacob…y me
mostraré celoso por mi santo nombre”
15 Is (66.13): “…así os consolaré yo a vosotros,
y en Jerusalén tomaréis consuelo.”
16 Jer (30.7): “¡Ah cuán grande es aquel
día…tiempo de angustia para Jacob; pero de ella será librado…”
17 Is (66.8): “¿Quién oyó cosa
semejante? ¿quién vio tal cosa? ¿Concebirá la tierra en un día? ¿Nacerá una
nación de una vez? Pues en cuanto Sion estuvo de parto, dio a luz sus hijos.”
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